Dejamos Ouazarzate para recorrer la ruta de las 1000 Kasbah. Nos esperan grandes paisajes, nada menos que las gargantas del Dades y Todra.
El planing del día no incluye demasiados kilómetros, apenas 270, pero serán muchas horas de viaje. Vamos a la carretera que recorre el valle del río Dades y Todra entre las cordilleras del Gran Atlas y del Atlas Sahariano, entre las ciudades de Ouazarzate y Tinghir, donde haremos nuestra siguiente noche.
En nuestro recorrido es imposible no parar cada pocos kilómetros pues abundan las kasbahs, castillos o ciudades fortificadas, que en la antigüedad se utilizaban para la defensa de la población contra los ataques en la zona. Aunque la mayoría están en ruinas, aún hoy podemos encontrar alguna habitada por familias de poco poder adquisitivo y otras restauradas a todo lujo como hoteles o restaurantes para el turismo.
Nos adentramos en el valle del Dades, verdaderas gargantas y cañones kársticos, estructuras de plegamiento, relieves de erosión en pináculos sobre rocas detríticas, paisajes de formaciones continentales rojas que contrastan con las cumbres blancas del Gran Atlas al fondo, un espectáculo para los ojos.
Toda esta zona es considerada patrimonio de la humanidad, por su abundancia de yacimientos geológicos y minerales. Prueba de ello es que en la ascensión por sus cumbres nos encontraremos varios puestos de bereberes de la zona que venden o intercambian fósiles y minerales.
El primer trayecto del día nos lleva por la famosa carretera de curvas de la garganta del Dades, paso imprescindible para llegar hasta su punto más alto. Estas curvas nos recuerdan sin duda a la carretera la escalera del trol, una carretera de montaña en Rauma, Noruega de la que esperamos hablaros muy pronto.
Son muy similares y la diferencia radica en el paisaje árido y desértico de Marruecos frente al verde de Noruega.
La carretera es óptima y bien asfaltada por lo que se puede disfrutar la conducción en este espectacular ascenso.
Y para terminar de disfrutarlo una vez que llegamos arriba nos encontramos un mirador desde el que sacar fotos y un restaurante que no esperábamos.
Nuestra intención dada la hora es comer en la cima pero aprovechamos este hotel con sus magnificas vistas para comer cómodamente en su terraza. Es en estas ocasiones cuando piensas que dada la ubicación del hotel comer aquí será caro y probablemente la comida no será la mejor que puedas probar. Sin embargo nos sorprenden con una comida rica y variada. Sólo reseñable que tenemos que esperar una vez que pedimos hasta la llegada de los primeros platos, pero también es una señal de que la comida es preparada al momento.
Hotel Restaurant Timzzillite
Km 29 Route des Gorges Du Dades, Boumalne Dades 45150, Marruecos
Una vez que terminamos de comer y disfrutamos de nuestro té bereber aprovechamos la llegada de decenas de moteros para seguir nuestro camino. Nos queda un pequeño tramo para atravesar las altísimas paredes de la garganta y pasar por un pequeño desfiladero donde parece que nuestras furgos son demasiado grandes para tan poco espacio.
Sin embargo el efecto visual que tanto nos hace dudar no es más que eso, un engaño a un pequeño camino, que si bien no es muy grande sí permite que pasemos por ellas. Y ahí nos vamos, esta es la esencia de nuestro viaje, disfrutar de las pequeñas cosas y un viaje a lo loco por Morocco.
Una vez que pasamos este pequeño camino debemos darnos la vuelta para seguir el viaje hacia las gargantas del Todra, que nos llevarán además a nuestro lugar de pernocta. Tendremos que desandar parte del camino realizado y eso incluye las famosas curvas, pero antes de nada… foto de grupo. Seguimos nuestro camino disfrutando de la grandeza de estas gargantas. Grandes paredes verticales sólo atravesadas por el río Dades que nos dejan con la boca abierta.
Camino de las gargantas del Todra, próximo destino, visualizamos decenas de Kasbahs en el camino, algunas abandonadas, otras derruidas y algunas en muy buen estado.
Es al llegar a Skoura, ciudad fundada en el siglo XII por Jacob el Manssur, donde realizamos nuestra siguiente parada.
Esta pequeña ciudad está situada en un gran palmeral y un enorme oasis recubre de verde todo el suelo alrededor de la Kasbah. Este lugar es famoso por sus olivares y su aceite y debería ser parada obligada visitarlo a pie, sin embargo para nosotros comienza a hacerse tarde y sólo lo disfrutamos parando en lo alto de la colina y desgranando el contraste entre el vergel que vemos y las paredes ocres de la fortaleza.
Es curioso ver cómo la parte más moderna colinda con la más antigua, los colores de estas nuevas edificaciones no tienen nada que ver con la kasbah original pero conforman un contraste curioso.
Nos vamos de aquí después de dar comida y algo de material escolar a los niños que se han acercado a nosotros. En pocos minutos hay más de 15 niños que nos piden dinero o comida. No se si es lo correcto, pero en más de una ocasión hemos leído que no debemos «dar dinero» a los pequeños pues esto genera la aparición de la mendicidad y el abandono de estudios por «esta forma fácil de salir adelante». Por ese motivo siempre que hemos querido dar algo ha sido ropa de niños a madres o padres que venían con sus pequeños, cuadernos o pinturas y galletas o similar.
Durante el camino pasamos por los también famosos “dedos de mono” o “cerebro del Atlas” en los acantilados de Tamlalt. Son unas curiosas formaciones verticales de arenisca roja a los que se le puede sacar el parecido que les da nombre, aunque también algunas formaciones parecen pies y dedos. Vía libre para la imaginación!.
Poco después llegamos a nuestro segundo gran destino del día, las gargantas del Todra, a veinticinco kilómetros
al norte de la ciudad de Tinghir.
Acantilados verticales donde podemos ver algunos escaladores disfrutando de su pasión, y un agua cristalina y fría que no podemos dejar de probar.
Anochece y vemos como el sol va dejando de iluminar estas enormes paredes. Nos toca retirarnos porque estamos cerca del camping donde vamos a dormir, pero aún no hemos llegado y para no perder la costumbre lo haremos de noche.
Seguimos adelante a través de la garganta, el firme de la carretera no es malo pero en épocas de invierno esta carretera es impracticable pues el río baja en zigzag pasando por encima de la carretera en muchos momentos. Es en esos pequeños tramos donde la carretera se convierte en pista, bacheada y llena de piedras, pero sin peligro para la circulación.
Para dormir en tan magnífico lugar hemos elegido el Camping Baddou, altamente recomendable por el trato del dueño y la calidad del mismo en general. Aunque llegamos de noche lo primero que nos ofrecieron fue prepararnos la cena y disfrutarla en una de las haimas del propio camping. La temperatura por la noche es muy agradable así que sin mucho pensar aceptamos la oferta.
La cena nos supone 80 Dirhams por persona (aprox 8€) y la pernocta en el camping 100 Dh (aprox 10€) por familia. Aunque puede que su ubicación no sea la más cercana los servicios e instalaciones que ofrece son altamente recomendables.
Auberge Baddou, R703, Ait Hani آيت هاني, Morocco baddouahmed@gmail.com
GPS: 31.6707001, -5.5477846
Después de una magnífica cena y una buena conversación con amigos damos por finalizado el día y nos vamos a descansar. Nos acercamos a la etapa del desierto, esa que esperamos con ansía y que seguro no nos decepcionará.