En la pequeña localidad de Trespuentes en encuentra el Jardín Botánico de Santa Catalina, un desconocido para nosotros del que ni siquiera habíamos oído hablar y al que nos dirigimos buscando una actividad familiar que no habíamos compartido nunca con los peques.
Dado que se trata de un jardín botánico no es una actividad eminentemente dirigida a niños, sino para todos los públicos y donde grandes y pequeños podemos aprender y disfrutar juntos.
Además de la actividad propiamente «botánica» de observación y disfrute de más de mil especies diferentes de plantas, ha sido reconocido como el primer parque estelar del mundo, tal y como indican en su web, por cumplir las condiciones adecuadas para observar el firmamento.
¿Dónde está?
El jardín botánico está situado en la ladera sudeste de la Sierra de Badaya y dispone de un pequeño aparcamiento propio donde dejar nuestro vehículo. No tiene plazas especiales para vehículos grandes aunque sí una plaza para autobús que de estar libre permite el giro sin problemas de ACs o Campers de gran tamaño.
Si os dirigís en coche no tendréis ningún problema para aparcar y en caso de hacerlo en AC o Gran volumen simplemente comprobar que hay espacio antes de entrar al final del parking para evitar salir marcha atrás.
¿Cuanto cuesta?
Las tarifas del Jardín son muy asequibles y para los pequeños además del socorrido mapa de especies del parque, les entregan un pequeño cómic sobre el mismo. Las tarifas en el año 2018 son las siguientes.
Horarios | Temporada Alta (Mayo a septiembre) | Temporada Media (21 de marzo y abril. Octubre a puente de diciembre) | Temporada Baja (Puente Dic. al 20 de marzo) |
Lunes a viernes | 10.00 – 14.00 | 10.00 – 14.00 | Cerrado |
Sábados, domingos y festivos | 10.00 – 20.00 | 11.00 – 15.00 | Cerrado |
¿Qué nos vamos a encontrar una vez dentro del jardín?
En el Jardín Botánico se encuentran cerca de 1.000 especies autóctonas de la Sierra de Badaya y procedentes de los cinco continentes.
Además, tal y como hemos indicado, al ser reconocido como parque estelar, el parque dispone de instrumental para poder identificar en el cielo las estrellas y las constelaciones más relevantes, aunque lo que nos encontramos a este respecto no es gran cosa. Si os resulta interesante enseñar las constelaciones a los niños de la casa os recomendamos la app Star Walk 2 que con su modo de realidad virtual deja a nuestro enanos con la boca abierta.
Y una vez hecho el off topic sobre la parte estelar del parque, ¿qué más podremos disfrutar? Sin duda la razón principal que nos llamó la atención al buscar información sobre el jardín botánico. Y es que todo el jardín botánico rodea las ruinas del palacio-convento de Santa Catalina y que está situado a media ladera de la Sierra de Badaya.
Historia del Convento
El edificio principal, que luego sería utilizado como convento, fue una torre del siglo XIII perteneciente a la familia más pudiente de Iruña de Oca en tiempos de revueltas feudales. Sin embargo en el siglo XIV y ya en época de paz, cedieron su uso y disfrute a la orden de los Jerónimos.
Unos años después se produjo un nuevo cambio y la torre pasó a manos de los monjes agustinos, que construyeron el Monasterio de Santa Catalina y conservaron la torre adosando una iglesia con claustro.
Pero llegó la desamortización y allá por el año 1835 los monjes fueron desocupados y comenzó la ruina de todo el edificio.
En estado semiderruido pero parcialmente rehabilitado genera una bonita estampa en un entorno como el del jardín botánico.
Y aunque caminar con estas vistas ya es todo un lujo darse la vuelta y apreciar la Llanada Alavesa con el yacimiento de Iruña-Veleia, el pueblo de Trespuentes y su puente sobre el río Zadorra, Mendoza y su Torre, y los Montes de Vitoria es sin duda otro punto a favor.
Recorrido por el interior
Aunque nosotros no pudimos disfrutar de ningún evento cultural en nuestra visita, tomamos buena nota del calendario de pasadas y futuras actividades porque en el jardín botánico se realizan exposiciones temporales, cursos de identificación de aves, plantas medicinales, etc y una exposición permanente sobre la vida de las abejas, la apicultura y la producción de miel, jalea, cera y propóleos.
Pero a pesar de ello pudimos disfrutar de árboles milenarios, plantas fascinantes o curiosas flores que cambian dependiendo de la estación e incluso del día. En el estanque del humedal pudimos observar nenúfares donde decenas de ranas tomaban el sol y jugamos a ver quién contaba más (había tantas que era una tarea difícil).
Pudimos también enseñar a los pequeños los renacuajos que también se convertirían en ranas e incluso un curioso tritón, animal que nunca habían podido ver por sí mismos.
Y casi finalizando nuestra visita después de varias horas y un largo paseo, fueron los diferentes cactus de todas partes del mundo los que nos conquistaron a nosotros, quién no se imagina en el oeste americano rodeado de estas especies?
Pero un lugar como éste, con tanta flora diversa, nos tenía un último regalo. Y es que nos paramos a ver cómo algunas abejas polinizaban flores y volaban de unas a otras, cuando un muy rápido aleteo nos llamó la atención y nos dimos cuenta que lo que veíamos no eran abejas. Una especie de insecto algo gordinflón que intentamos descifrar dejaba entreveer un largo pico (para un animal tan pequeño) un aleteo muy muy rápido y un cambio de dirección que les hacía perder de vista. – Un colibrí!! – gritaba nuestra hija. – Anda, anda, que va a ser un colibrí- le respondíamos.
Pero sí, de algo así se trataba. Intentamos grabarla (con poco éxito) pero logramos saber de qué se trataba. Y es que esta especie se llama esfinge colibrí, o falso colibrí y es común confundirla, así que nuestra hija no iba muy desencaminada.
Esperamos que os acerquéis a este pequeño pulmón en Álava porque ha nosotros y nuestros enanos nos ha resultado una gran actividad en familia.
Conoces otros jardines como este que no debamos perdernos? Compártelo con nosotros, nos encanta descubrir nuevos lugares!.